miércoles, 18 de enero de 2012

¿Dónde debe dormir mi bebé?

En algunas culturas dormir todos juntos en una cama es corriente. En Japón, por ejemplo, duermen todos en futones extendidos en el suelo en una misma habitación, con lo cual, entre otras cosas, no hay peligro de que el niño se caiga de la cama.  

Hace tiempo encontré una web en la que la autora refiere su experiencia con el “co-sleeping” (Mia’s Bicultural Bedtime) o colecho.
La autora deja claro que esa opción es una opción personal de su propia familia, y que los buenos resultados que para ella tuvo la experiencia no se pueden generalizar.

Ella misma investigó el tema en varias webs con resultados dispares. No todos los padres estaban conformes con haber optado por dejar dormir a su bebé en su cama. Algunos, de hecho, dicen que a la larga puede resultar contraproducente, e incluso, “una tortura.” Puede ocurrir que el bebé se despierte a cada rato para seguir amamantándose, o que no acceda ya nunca jamás a dormirse si no hay alguien que duerma a su lado o que los padres no puedan dormir físicamente cómodos por temor a aplastar al bebé o despertarlo. No parece un buen plan.

Lo mejor es no hacerlo desde el comienzo. Para evitar transiciones arduas, lo más apropiado es que el bebé duerma durante los dos primeros meses junto a la cama de los padres para pasar a dormir en su cuna en su cuarto a partir de entonces. El bebé no notará el cambio y si todo va bien durante el día, tampoco se despertará mucho durante la noche. Lo excepcional será que el bebé se despierte, en cuyo caso alguno de los dos, el padre o la madre, atenderá al niño en su cuarto sin más. Hay que recordar que los bebés no siempre que lloran es porque tengan hambre. De manera que si acostumbramos correctamente al niño intentando distinguir los distintos tipos de llanto, comprobaremos que pueden dormir de corrido desde la última toma (aproximadamente a las 11 de la noche) hasta las 7-8 de la mañana siguiente.

Esto no quiere decir que el bebé deba dormir en su cuarto aislado completamente del mundo exterior, que debamos por ejemplo, cerrar la puerta de su dormitorio o dejar de atenderlo si llora y se despierta por lo que sea ni mucho menos. Por el contrario. La puerta deberá estar siempre abierta o entornada apenas y será muy útil poner junto a la cuna un intecomunicador para escuchar al niño estemos donde estemos. La mayoría de los bebés cuando están cansados, se duermen sin más, pase lo que pase a su alrededor. Pero un nivel de sonido leve les hará sentirse más seguros porque sienten que “allí hay alguien” para atenderlos en caso de que surja algún contratiempo.

De acuerdo con James J. McKenna, en realidad, la decisión y las consecuencias de compartir o no la cama con el bebé dependen, ante todo, de las seguridad que esto comporta para el niño, y en segundo lugar del tipo de relaciones que los padres y el bebé mantienen durante el día. En tercer lugar, es un asunto cultural y no parece haber estudios que “certifiquen” que un niño que nunca ha dormido con sus padres sea más independiente, tenga más autoestima, reciba más afecto o consiga afrontar el estrés mejor que los que sí han dormido con sus padres o al revés.

Todo es cuestión de las propias preferencias, del tipo de relación que mantenemos con el niño durante el correr del día, física y psicológicamente, y del tipo de relación y grado de intimidad que prefiere para sí, de mutuo acuerdo, la pareja parental.

En el caso de madres solteras o separadas, existen aun muchos prejuicios en general y éstos se extienden al hecho de que la madre se apoye psicológicamente en su hijo para evitar su sentimiento de soledad. Está en la madre saber distinguir de forma apropiada si lo que decide hacer es por el bien del niño o por un beneficio secundario para sí misma.

Fuentes

http://kblincoln.com/miabb/index.html
http://www.mothering.com/community/t/117731/anyone-else-not-happy-with-cosleeping
http://www.storknet.com/cubbies/attachmentparenting/mckenna-faq.htm

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