viernes, 30 de diciembre de 2011

De cómo traer un hijo al mundo y no morir en el intento


“Para lo único que prepara el embarazo es para el parto, el cual, por difícil que sea, es básicamente un acontecimiento en el que eres el centro de atención. La gente te pone almohadas en la espalda y todo el mundo se pasa repitiendo lo bien que lo estás haciendo (“¡Seis centímetros de dilatación! ¡Bien hecho, mami!”). … Es un poco como estar bajo ocupación o tener intrusos adentro. De pronto llevas a un pequeño pasajero importante, vulnerable y decidido, acurrucado cómodamente ahí dentro, sacudiéndote el estómago y la vejiga de aquí para allá, tomando lo que necesita sin molestarse en pedir permiso.”
Libby Purves


Ni todo es color de rosa (ni todo es de color celeste) ni en el embarazo, ni durante el parto ni después de traer un niño al mundo, claro. Pero no hay nada que no pueda resolverse. Creo que más que ningún otro libro, el de Libby Purves, Cómo no ser una madre perfecta, es un excelente compañero de viaje para emprender este intrincado proceso que, para algunos comienza con la concepción, para otros cuando aparecen los vestigios del sistema nervioso en el embrión, y para otros, cuando se produce el feliz nacimiento del retoño según sea su definición de “ser humano”, tema peliagudo donde los haya. 

Las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas. Todo empezó en 1967 cuando Barnard realizó el primer trasplante de corazón. Hacia 1971 surgió, a resultas de este controvertido hecho, la así llamada Bioética, que trata justamente de evaluar y humanizar las experimentaciones médicas con conceptos morales: “Referido al comienzo de la vida, podemos indicar que existen algunas líneas principales presentes en cualquier congreso, jornada o comité de bioética: nuevas técnicas de reproducción asistida, inseminación artificial, fecundación in vitro, donación de gametos (óvulos y esperma), congelación de embriones, donación de éstos y últimamente (principalmente por los aspectos mediáticos que tiene), el alquiler de vientres para la gestación. Hoy ya no es posible hablar de lo que es una familia típica en términos de lo que entendíamos por “normalidad” en nuestra adolescencia. 

No podemos decir que una estructura familiar es mejor o peor que otra. Son sencillamente diferentes, e incluso la cuestión de los roles materno y paterno o de parentalidad en general, es algo cada vez más complejo y difuso.

Según Levy-Strauss, “La estructura de las relaciones de parentesco no son meramente de tipo biológico, sino que se constituyen por una compleja red social y afectiva que las sobrepasa ampliamente". Y esto es significativo cuando hablamos de adopción o de subrogación (alquiler de vientres, en la jerga común). La preocupación por la reproducción humana es un tema ancestral y de enorme trascendentalidad en todas las culturas. En todas las sociedades se han buscado paliativos y soluciones a la esterilidad  como sucedáneo a la procreación natural, desde la poliginia (Mali) y la poligamia (entre los hebreos y demás pueblos semitas patriarcales), hasta la reproducción asistida, pasando, por supuesto, por la adopción. 

En cuanto a la maternidad gestacional o subrogación hay diferentes formas de llevarla a cabo:
  • Madre portadora: La mujer es la que genera los óvulos, pero  por algún motivo le es imposible gestar. En este caso ambos progenitores aportan espermatozoides y óvulos, y la madre gestante sólo el útero.
  • Madre sustituta: La mujer ni genera óvulos ni puede gestar. En este caso, otra mujer aportará óvulos y útero, y el marido los espermatozoides.
  • Embriodonación: ambos, la mujer y el marido son infértiles, y la mujer tampoco puede gestar. Esta vez se recurre a un donante de esperma y a una mujer que sea fecundada artificialmente y termine el proceso de gestación.

Estas técnicas se emplean cuando existe la imposibilidad de embarazo o contraindicaciones médicas del mismo, y es escogida por parejas que buscan tener lazos genéticos con el niño que la adopción no proporciona.

Pero es muy corriente también adoptar niños y la dificultad en este caso estriba en lo que se denomina “identificación empática”, ya que no existen lazos biológicos entre el niño y los padres adoptantes, lo cual puede minimizarse enseñándoles a estos niños, desde temprano y según el grado de madurez del niño, su origen, explicándoles y haciéndoles sentir que han sido realmente deseados por los padres adoptivos, sin desvalorizar a la madre biológica. Si saben su origen, estos niños podrán efectuar un tipo de identificación al rasgo caracterial de sus nuevos padres, para poder incluirse en su nuevo linaje. 

En este sentido, y de acuerdo con Hernández Merino, es importante “promover una filosofía de ‘normalidad’, de integración completa desde el primer momento en todos los ámbitos sociales (familia, escuela, barrio/pueblo, pediatra de cabecera) del niño, y luchar contra la filosofía de ‘niños especiales’ que con tanta facilidad se extiende en nuestro entorno actual.”

Otro de los datos llamativos en la actualidad es la edad avanzada de muchas madres primerizas. A las razones psicosociales y/o económicas que podrían influir en esta postergación del embarazo, hay que sumar la evolución de las técnicas de reproducción asistida y el relativamente fácil acceso a ellas (tratamientos de fertilidad, pruebas de diagnóstico prenatal, interrupción voluntaria del embarazo de forma legal tras el diagnóstico prenatal de defectos en el feto, y la práctica de cesáreas con mayor seguridad tanto materna como fetal). Pero existe una relación directa entre las variables tratamientos de fertilidad y frecuencia de partos múltiples.

Otro de los temas recurrentes en cualquier medio de información hoy en día es el del modelo médico de atención al parto, el empleo rutinario y muchas veces innecesario de tecnologías médicas que, “además de ser incómodas para la mujer, pueden llegar a alterar su salud o la del recién nacido.” Entre estas técnicas podemos nombrar algunas como la posición de litotomía, el rasurado del vello púbico, la aplicación de enema, la administración de solución glucosada por vía parenteral, la inducción y conducción química del parto, y la episiotomía. Como resultado del debate suscitado, en algunos países del primer mundo se han ido desarrollando modelos alternativos, en los que el parto, considerado un evento natural, es atendido con nula o mínima utilización de tecnología médica.

Por otro lado, en algunos países son cada vez más frecuentes las cesáreas y la administración de la epidural. Muchos médicos se inclinan por la cesárea ante el menor motivo de posible complicación en el parto o para ajustar su agenda. A veces es la propia gestante la que la solicita, por ejemplo, por cuestiones de estética o comodidad. La epidural por su parte puede ser reemplazada, para atenuar el dolor durante el parto, por otras técnicas, entre ellas, la electroacupuntura, el shiatsu, la moxibustión, la hipnosis, la TENS, o Electroestimulación Eléctrica Transcutánea y la haptonomía.

Las distintas modalidades para dar a luz son:

1. El parto natural. Este tipo de parto implica riesgos mínimos para la madre y para el hijo porque no requiere medicación. El obstetra basa su diagnóstico en los latidos del bebé y en la frecuencia e intensidad de las contracciones. Una de las cosas que lo caracterizan es el contacto inmediato del pequeño con su madre.

2. Parto en el agua: Es una modalidad del parto natural. Una vez que la madre haya superado las dos etapas previas al nacimiento (dilatación y encajamiento) y se inicien las molestias, comienza la fase de hidroterapia, mediante filtros y a 37 grados de temperatura. El agua caliente ayuda a calmar el dolor y el bebé nace completamente relajado.

3. Parto en cuclillas. La posición en cuclillas facilita la bajada del bebé gracias a la acción de la fuerza de gravedad. Requiere menos puje y posibilita una apertura mayor de la pelvis. 

4. Parto por cesárea. La cesárea es necesaria cuando el bebé viene con los pies o nalgas hacia abajo o en posición transversal o si existe tensión fetal, cavidad pélvica menor al tamaño del bebé, sangrado vaginal o infecciones virales que afecten al cuello uterino, entre otras. Está contraindicada para casos de asma. En estos casos hablamos de parto distócico. El parto normal o eutócico es aquel en el que el feto a término viene en posición cefálica flexionada de vértice, termina de forma espontánea y sin complicaciones.

El parto a término es el que se da entre las 37 y 42 semanas de gestación. El parto pretérmino se da entre las 28 y las 37 semanas de gestación, y el parto postérmino ocurre después de las 42 semanas de gestación. Puede ser espontáneo si no se requieren maniobras para que tenga lugar el alumbramiento, o inducido, cuando se requiere medicación para provocar las contracciones.

El doctor Gabriel Saitua Iturriaga, médico adjunto de Neonatología del servicio de Pediatría del Hospital de Basurto (Vizcaya), considera que una “correcta” Atención Primaria en materia de salud mental durante el período neonatal resulta “esencial” para prevenir los trastornos mentales a lo largo de la vida. Por este motivo recomienda evitar, en la medida de lo posible, la administración de medicamentos que interfieran en las primeras relaciones afectivas entre el neonato y sus padres, “dando además un período de tiempo de al menos una hora para el descanso y la comunicación afectiva con los padres en el postparto inmediato.”

La asistencia al recién nacido en sala de partos es responsabilidad del pediatra-neonatólogo; no obstante, necesita de la colaboración de todo el equipo, obstetras, comadronas y anestesistas para procurar las mejores condiciones de atención al recién nacido.

En cuanto a la atención a la madre,  hay que tomar en cuenta que el temor, al dolor y la ansiedad como consecuencia de un ambiente poco favorable, altamente tecnologizado, aséptico y frío, junto con el aislamiento (la cercanía de familiares era muy común en otros tiempos cuando el parto se producía en las casas), puede tener efectos adversos en el trabajo de parto y en el establecimiento del vínculo afectivo con el recién nacido. Por este motivo, en algunos países se está incorporando el apoyo psicosocial durante el parto, por ejemplo, con la presencia de una “doula” o mujer que acompaña a la parturienta durante todo el trabajo de parto y el parto. Como dice Libby Purves “Los modales horriblemente atareados, fríos y cortantes del personal médico a veces crean la impresión de que te ocultan algún temible secreto.” ¡Y es cierto!

En cuanto al papel del padre, Libby Purves prosigue: “Los hombres tienen un estilo diferente al cuidar a los bebés; mi marido hasta ahora nunca me ha devuelto una criatura completa, con el mismo número de zapatos, calcetines, gorros, guantes, etc. que le entregué, pero ¿qué importa? Los calcetines no lo son todo.” Lo cierto es que el papel del padre ha cambiado enormemente en los últimos tiempos. 
Ya no viene con un imperdible en la boca ni representa una figura de historieta cómica o una figura en la sombra. Hoy en día, el padre asiste con su mujer a las clases de preparación para el parto, la ayuda y la atiende durante el parto, y participa activamente en la alimentación y el cuidado del lactante sobre todo cuando la mujer se incorpora al trabajo, de manera tal que influye directamente en el desarrollo emocional, social, cognitivo y lingüístico de sus hijos. “Su actividad no se limita a la de ser un mediador que con su autoridad transmite las reglas sociales y que con sus prohibiciones fortifica la conciencia de los hijos.” Los papeles de la madre y del padre no están biológicamente predeterminados sino que dependen de las condiciones sociales, ideológicas y físicas de las diferentes culturas. También es importante considerar que las relaciones marido-mujer se hallan vinculadas a la relación madre-hijo. Es a partir de las representaciones maternas de “estar consigo misma” pero también de “estar con los otros” que se va a dar contenido a la relación madre-niño.

Fuentes:
http://www.facemama.com/parto/tipos-de-parto-y-sus-clasificaciones.html#ixzz1hqpQgHko
http://www.mibebeyyo.com/parto/preparacion/dolor-parto-alternativas-epidural-6615
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S003636342002000200007&script=sci_arttext&tlng=pt
http://scholar.googleusercontent.com/scholar?q=cache:tdaGnlksuL4J:scholar.google.com/+la+madre+y+su+bebe+bowlby&hl=es&as_sdt=0&as_vis=1
http://noticias.lainformacion.com/salud/enfermedad-mental/las-primeras-horas-de-vida-del-recien-nacido-son-claves-para-evitar-trastornos-mentales_VTAbl4JqRa0g3zq2HangZ5/

Evolución secular y por autonomías de la frecuencia de tratamientos de fertilidad, partos múltiples y cesáreas en España María Luisa Martínez-Fríasa

Recomendaciones de mínimos para la asistencia al recién nacido sano Comité de Estándares de la Sociedad Española de Neonatología

Niños procedentes de adopción internacional; niños con necesidades especiales, pero no niños especiales A. Hernández Merino

La “maternidad intervenida”. Reflexiones en torno a la maternidad subrogada. Leila Mir Candal

De la paterno/maternalidad a la parentalidad civil selectiva.Una dificultad psicojurídica y ética.Mgter. Ps. Sergio A. Blanes Cáceres

Cómo no ser una madre perfecta,  Libby Purves

Evolución secular y por autonomías de la frecuencia de tratamientos de fertilidad, partos múltiples y cesáreas en España, María Luisa Martínez-Fríasa

 La adopción en España: un punto de inflexión, Esther Grau y Diana Marre

Impacto del apoyo emocional durante el parto en la disminución de cesáreas y gratificación del proceso, Jorge Torres et al.

Imagen: ibebes.es

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