También los adultos somos propensos a sentir alivio y placer ante la “venganza justiciera”. Buena parte de las novelas que leemos desde hace siglos versan sobre el tema de la reparación de agravios. Desde Shakespeare y El Quijote hasta los superhéroes de los comics.
Un reciente estudio de la Universidad de British Columbia ha descubierto que ese sentimiento lo albergamos desde mucho antes de lo que podría creerse. Bebés de 8 meses de edad ya dan muestras de satisfacción cuando los “malos” son castigados.
Para el estudio los investigadores se sirvieron de seis escenarios distintos con marionetas de animales y casi un centenar de bebés. En las escenas, una marioneta daba o quitaba juguetes a otros personajes según se hubieran portado bien o mal. En su gran mayoría los bebés se inclinaban por dar su apoyo a los personajes que castigaban el mal comportamiento de los otros frente a los que los trataban bien.
En la primera escena un pato intenta abrir una caja y hay dos elefantes, uno de los cuales en bueno y presta ayuda al pato, y el otro es malo y lo fastidia. En la siguiente escena, es el elefante el que busca ayuda por parte de dos renos. Uno de los renos ayuda al elefante devolviéndole la pelota y el otro simplemente no se la devuelve. Los científicos pudieron registrar cómo la mayoría de los bebés mostraban su preferencia por el elefante y el reno que se portaban bien. Pero a partir de los 8 meses, los bebés eran capaces además de contextualizar la situación: si el elefante que era ayudado por el reno era el que se había portado bien con el pato, entonces lo consideraban adecuado. Si el elefante era el que se había portado mal, entonces penaban su actitud como antisocial y les parecía bien que el reno no le ayudase.
Estos descubrimientos pueden querer decir que ya a los 8 meses de edad los bebés han desarrollado una primitiva idea de reciprocidad y que pueden realizar evaluaciones bastante complejas de eventos sociales.
Según Kiley Hamlin que ha dirigido el estudio, estos experimentos muestran claramente que los bebés apoyan el que se castigue a los malos y se recompense a los buenos. Es decir, desde temprano, esperamos que las conductas asociales sean reguladas adecuadamente lo que explicaría que más adelante nos enfademos ante una injusticia cometida por un profesor o que de adultos aplaudamos el que el villano o el malvado reciban su merecido.
Según Hamlin, aunque considera que estas conductas son aprendidas, entiende que es posible que exista un componente innato que nos predispone a esperar venganza cuando un individuo rompe las reglas, se conduce contraviniendo las normas sociales, o incumple una promesa.
Fuentes
Imagen: zaragozame.com
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