“Hay
un desarrollo que va de los fenómenos transicionales al juego, de
este al juego compartido,
y de él a las experiencias culturales.”
Donald
Winnicott
Más
allá de todas las teorías en torno al juego de los niños, hay un
hecho que hoy en día no podemos soslayar. Gracias a las ecografías,
y con un poco de suerte, en torno a la 20ª semana de embarazo
podemos observar claramente cómo el bebé se chupa el dedo, juega
con el cordón umbilical, se interesa por su cuerpo, acaricia su cara
con sus manitas, y se toca sus bracitos y piernas.
¿Puede
significar esto que venimos al mundo constitucionalmente,
genéticamente, predispuestos a jugar?.